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El insomnio como síntoma de varias enfermedades

El insomnio como síntoma de varias enfermedades

No es preciso recurrir a exámenes muy rigurosos para diagnosticar el insomnio, lo que sí es necesario es determinar qué lo causa y tratar el problema de fondo para disfrutar de un sueño placentero.

La falta de sueño puede afectar de modo negativo a la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro social, profesional o de otras áreas importantes. Esta patología es muy frecuente en la población general.

Se estima que de un 10 a un 15 % de la población adulta padece insomnio crónico y que un 25 a 35 % ha sufrido un insomnio ocasional o transitorio en situaciones estresantes.

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En este sentido, el insomnio se podría definir como un trastorno del sueño que consiste en la imposibilidad para iniciar o mantener el sueño, o de conseguir una duración y calidad de sueño adecuada para restaurar la energía en el cuerpo.

¿Puede el insomnio ser un síntoma de otras enfermedades?

En algunas ocasiones, el insomnio es producido por ingerir alimentos pesados antes de ir a la cama, tomar mucha cafeína, el lugar, la temperatura del ambiente, la cantidad de luz y el ruido, sin embargo, estos son agentes externos que se pueden controlar fácilmente y no representan un riesgo para los hábitos de sueño.

En otras ocasiones el insomnio es síntoma o consecuencia de enfermedades y se diagnostica cuando dura al menos un mes y además, se acompaña de fatiga diurna, sensación de malestar personal significativo y deterioro de las relaciones sociales.

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Aunque esta afectación también puede presentarse de forma aislada, sin necesidad de una patología desencadenante, las enfermedades más comunes relacionadas con el insomnio son:

Ansiedad y depresión: El 30-60% de los pacientes con insomnio crónico tiene un trastorno psiquiátrico identificable, sobre todo depresión, trastorno de ansiedad, ataques de pánico, abuso de fármacos y alcohol, anorexia nerviosa, trastornos adaptativos, entre otros.

El insomnio y la ansiedad, por ejemplo, suelen alimentarse entre sí, pues esa incapacidad para dormir hace que aún el paciente se ponga más nervioso y, sin querer, provoca que el cuerpo entre en un mayor estado de tensión agudizando.

Obesidad: cuanto menos dormimos más queremos comer, bajo esta premisa, diversas investigaciones han demostrado que la falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito, y a la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares.

La tendencia a engordar de algunas personas que no comen exageradamente se debe, de acuerdo a un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago, a que el metabolismo se vuelve perezoso al no dormir bien y procesa los carbohidratos mucho más lentamente.

En concreto, el nivel alto de glucosa en sangre tarda un 40% más en bajar cuando se priva de dormir a la persona.

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Problemas respiratorios: Las personas con asma y/o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) pueden tener problemas al dormir que las hagan despertarse durante la

noche y sentir somnolencia durante el día.

En este tipo de personas, el insomnio se relaciona con la apnea de sueño, un trastorno del sueño potencialmente grave en que la respiración se detiene y recomienza repetidas veces.

Normalmente, la garganta permanece lo suficientemente abierta durante el sueño para permitir el paso del aire.

Algunas personas tienen una garganta más estrecha. Cuando los músculos en la parte superior de la garganta se relajan durante el sueño, los tejidos se cierran y bloquean la vía respiratoria.

Esta detención de la respiración se denomina apnea y puede provocar insomnio por la incomodidad de no poder respirar adecuadamente.

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Otras enfermedades: Enfermedades como la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca, el asma, el hipertiroidismo, las enfermedades reumáticas, la enfermedad de Parkinson, el reflujo gastroesofágico, la fibromialgia o cualquier proceso que curse con dolor pueden asociarse al insomnio, ya sea por la enfermedad en sí o por su tratamiento (es el caso del propanolol en la hipertensión arterial, ya que es un agente estimulante).

Se estima que de un 10 a un 15 % de la población adulta padece insomnio crónico y que un 25 a 35 % ha sufrido un insomnio ocasional o transitorio en situaciones estresantes.

¿Cómo determinar si tengo insomnio?

Aunque la cantidad de horas diarias de sueño puede variar según la edad (Un bebé duerme 18 horas, un adulto joven de 7,5 a 8 y a un anciano le basta con 6,5 horas) existen algunas pistas para determinar, en un primer momento, si el paciente sufre de insomnio:

Tarda en dormir más de 30 minutos o se despierta varias veces por la noche y le cuesta volver a dormir. En este caso tiene insomnio de conciliación.

Duerme, pero se despierta agotado. Si a pesar de dormir las horas suficientes se despierta muy cansado y le falta energía durante el día, es que el sueño no es reparador.

Se despierta antes de que suene el despertador. Si se desvela unas dos horas antes de su horario habitual puede sufrir el llamado “despertar precoz”.

Si se siente identificado con alguna de estas situaciones (o con más de una) y ocurre un mínimo de 2 o 3 veces a la semana, podría sufrir insomnio. Cuando el problema solo dura unas 3 semanas se trata de insomnio transitorio, pero si dura más podría ser crónico y debe acudir al médico.

¿Qué tratamientos pueden ayudar a quitar el insomnio?

Acupuntura: Este tratamiento tiene por objetivo calmar el estrés y la ansiedad producidos por el ritmo de vida actual y, de esta manera, equilibrar las energías del organismo.Es decir, es una potente herramienta para dominar dos de los factores más importantes en la aparición de patologías del sueño.Entre otros beneficios para un buen sueño, esta técnica aumenta también el flujo sanguíneo y estimula la producción de melatonina, la hormona que nos ayuda a dormir.

Los estudios realizados sobre acupuntura para tratar el insomnio han demostrado que esta terapia es efectiva para la mayoría de los casos de insomnio, además de que no tiene efectos secundarios dramáticos, a comparación del tratamiento farmacológico.

Fitoterapia: Las plantas medicinales pueden ser muy útiles para el tratamiento del insomnio leve o moderado.Debido a la ausencia casi total de reacciones adversas, permiten tratamientos a largo plazo.

Entre los extractos vegetales más conocidos para combatir el insomnio están la valeriana, la lechuga, el cidrón y la pasiflora.Estos extractos vegetales logran modular el sistema nervioso, otorgado un efecto de relajación para conciliar el sueño. Se pueden encontrar en fórmulas magistrales para beber antes de ir a la cama.

Sueroterapia: La sueroterapia es un procedimiento adecuado para aquellas personas que sufren de insomnio, ya que se puede realizar una combinación de diferentes sustancias para crear un suero que alivie el malestar general y ayude a descansar correctamente para mejorar el rendimiento intelectual y físico.Para el insomnio se recomienda la sueroterapia con ozono, un gas medicinal que oxigena al sistema nervioso, calma la ansiedad y ayuda a que el sistema nervioso secrete serotonina y neurotransmisores que mantienen un estado de bienestar.

Por otra parte, existen sueros que combinan diversos medicamentos homeopáticos para modular el sistema nervioso y a nutrir el cerebro.

Los efectos secundarios de la sueroterapia son nulos o muy mínimos; sin embargo, es indispensable que tanto la sueroterapia, como la acupuntura, sea realizada por un profesional de confianza para determinar las cantidades adecuadas de medicamentos o los puntos exactos donde colocar las agujas, y así asegurar una excelente actuación y unos resultados asombrosos.

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